Te abrazo mientras temblas. Estas ahí, puedo envolverte con mis brazos y sentir tu fragilidad, pero también puedo percibir tu ausencia, que me estremece aún más que los rastros de lo que hiciste.
Tapo sus heridas con lo que encuentro, presiono sobre ellas pero siento que es más bien para no verlas que para otra cosa. No estoy preparado para esto, no sé que hacer.
Te digo las palabras más dulces que me salen, te pido que estés tranquila, te pregunto si te duele y apenas me contestas que "no" te hablo sobre Santiago de Compostela.
Tengo un amigo que el año que viene va ir a recorrerlo a pie, son unos 800km, una locura, cuánto se puede tardar uno en recorrer tal distancia caminando? Mi amigo me contó que si sacas el pase de peregrino podes dormir en algunas parroquias y podes almorzar o desayunar por 1 euro. Sin mirarme me contás que hay una iglesia muy importante ahí y que una vez fuiste, no caminando, pero fuiste.
Te volvés a ir, me dejas solo con lo queda. Sé que voy a estar ahí hasta que esto pase.
Estás preocupada porque estás en camisón y así no podes estar cuando te vengan a buscar, te digo que eso no es lo más importante ahora. Tenés frio, te paso una cobija por la espalda y vuelvo a cerrar mis brazos a tu alrededor.
A pesar del horror, si me fuera posible elegir donde estar, sin dudas elegiría estaría aquí sentado al lado tuyo.
Te abrazo más fuerte, tengo miedo que te desvanezcas.
Me aferro. No quiero que te vayas.
Sé que es tarde.